Del Urbano Cono a la Autónoma Ciudad

Nunca antes me había preguntado por qué eran ideales los días de lluvia para el libre y satírico camino de la escritura, y digo satírico porque parecería ser que la apertura mental a la reflexión que estabas necesitando, no se separa de la lluvia como escenografía nunca. A no ser que, claro, estés muy bien acompañado y la apertura mental que no fue, haya derivado en unas reconfortantes vacaciones en los brazos de un sujeto que despierta las más bonitas sensaciones de calor en todo tu predispuesto cuerpo...

Estas son cosas que quizá todo el mundo percibió en algún momento, pero que por el simple motivo de no haberlo comentado, mueren en el anonimato. Siempre rondó esta idea por mi cabeza.... ¿Seré la única persona que se asombra constantemente de lo extraña que es la vida cotidiana o estaré manifestando el aburrimiento y no tanto de casi muchos?
Cuando uno se levanta con un diagrama espacio- temporal de lo que será tu día por el resto de ese día, nada mas ni nada menos que unas interminables 24 hs, cualquier cosa inesperada puede sucederte. Como primera medida la lejanía del trabajo a tu casa es tal que no podes creer estar expuesto otra vez a escuchar la misma desagradable música todas las mañanas en el mismo colectivo que repite una y otra vez el mismo tedioso recorrido de un barrio que huele a catástrofe ambiental por el deterioro de la urbe y sus barriales-inmigratorias costumbres. Es todo tan extraño que asusta, pero sacas el libro que te devora como el Dr. Lecter lo haría y todo tiene otra visión posible. Te pones a observar a tu alrededor los sexos, las combinaciones de colores, los sonidos de los auriculares mas aledaños a tus oídos, la vida de los otros en millones de detalles estéticos por segundo. Por qué hacemos esto? Obviamente lugar en el tren no hay para que te sientes, con lo cual tratas de apoyar una pequeña parte de tu espalda sobre algún respaldo trasero de un asiento ocupado, para que por lo menos no pierdas el poco equilibrio que te queda por el sueño que te ocasionó quedarte despierto para ver el único programa de Tv. mentalmente sostenible que empieza después de las 24. Es increíble el aspecto de la vida por la mañana cuando no hay chance para despertarse psíquicamente antes de las 11am. Pero la creatividad y la pasión por abrir la cabeza una y otra vez siguen latente y te mantienen despierto. Mirar por la ventana del tren es la película que están obligados a ver los que utilizan este medio de transporte para “esparcirse”. Lo bueno, lo que tiene sentido de todo esto es la posibilidad de crear una nueva historia de parafernalia entretenida en forma tan libre como sofocante en ciertas ocasiones y bajo ciertos efectos, a buen entendedor, buenas previas palabras muy bien codificadas... y de repente el tren se detiene. Una monja de 65 años aproximadamente, por decir un número que la describa anciana, pero no tan plegada en su contorno, y con unas gafas de real y preocupante aumento, espera el tren mirando hacia el frente mientras sostiene un pequeño bolso donde entran pocas cosas. ¿Qué habrá en la cartera de una monja? Un rosario de repuesto..., tal vez un antitranspirante... Imagino que el traje de religiosa debe ser muy caluroso cuando el cemento hierve en el urbano cono, porque ese cono está que pela, en todos los sentidos posibles de esta palabra. La mirada de esta mujer se dirige a un horizonte que solo su mente ermitaña y crucificada conoce, pero es lo suficientemente penetrante como para ser percibida por cualquier persona atenta a las virtudes del sentido de la visión. Esta estación tiene una catarata artística de murales que cubren la totalidad del espacio. La gente observa este museo natural artificializado, delirante, desprolijo e invisible para demasiados, todas las mañanas. Cada una de las obras representa una novela clásica de reconocidos psico-activos autores, La Divina Comedia de Dante, y uno llamado El Infierno. Al psico-autor de dicha obra no lo recuerdo, pero lo que sí recuerdo con demencia es a la monja, su mirada y la obra en un mismo plano. La dama estaba parada en exacta, perfecta y totalmente simétrica ubicación para con la obra. El infierno de fondo, en llamas, de color, rojo, rojo, mucho rojo, y la monja contorneando el núcleo del dibujo. Estos son los momentos en los que afirmo haberme sostenido la frente con la mano y preguntarle a mi conciencia por qué no me compré la cámara de fotos en cuotas, si podría haberlo hecho, me depilaba con cera 450 veces menos y lo cubría, pero no. No la compré, porque ahorraba para vivir en un barrio de Capital Federal, cerca de todo, lejos de todo. Con suavidad y una sonrisa de yapa empezás a despertar / valorar que en realidad, sos un afortunado. Observaste una fotografía que quedaría increíble en cualquier pared de la ciudad, bajo cualquier circunstancia audiovisual y no la tomaste, sino que te la tragaste, la ingeriste vos solo, angurriento en tu saber y ahora la tenés en tus manos. Y que vas a hacer? Y ahora qué? El camino al trabajo continúa con el colectivo número dos, que como ya estás dentro de la autónoma ciudad, llega muy rápido, y tarda prácticamente nada en dejarte a solo dos cuadras del predio en el que en pocos minutos entras a alienarte. Pero claro, te pagan, por eso entras...ah, claro. En fin, lo de siempre, llegas, te logueas, te conectas, escuchas la distribución del trabajo, te sentás, te alienas, te deslogueas, te desconectas y cuando sube el ascensor, comienza a ascender tu ánimo a limites realmente insospechados. Pero todo es momentáneo, todo es tan superfluo como invaluable cuando se posee, y así volvés a las peripecias del transporte público... por darle solo un carácter de masivo, lleno de gente, y demás sinónimos de condensación de calores todo el año. Y de más esta decir que volvés al libro. Te habías quedado en la página 451 que describía en palabras las imágenes que te acompañarían durante todo el recorrido hasta la parada del último colectivo del día. La vuelta a casa es dura, el día comienza a despedirse. Cuando uno vive lejos de los espacios culturales de turno, se hace difícil poder proyectar tu vida social por fuera del cono y más aún si los medios audiovisuales y sus diversas formas de expresión te interesan de verdad. El asunto es que los medios de transporte no pasan toda la noche por el cono, y por mas cono que sea, llegar a la pequeña parte donde te alojas, puede costarte tus pertenencias, tu integridad o mucho dinero. Entonces te haces a la idea de que si no tenés un amigo, familiar, amante o lo que sea que tenga un techo donde te puedas quedar, no te podés volver... y así empezas a pensar en que la necesidad de mudarte a la autónoma cuidad, no se adjetiva más con el calificativo de importante, sino con el de urgente. Hay dos posibles colectivos que te llevan de regreso a tu casa, el del cartel blanco o el de cartel verde. El primero te deposita a seis cuadras y el verde, en la esquina de tu domicilio. Pero te tomás el blanco, porque querés caminar por el barrio tratando de encontrar nuevas sensaciones o un milagro que haga tu día más maravilloso de lo que ya era, cabe aclarar que no das cuenta de tu enriquecedora jornada hasta que lo meditás y si tus neuronas son generosas esto tarda varios días... Pero el reloj no se detiene y para tu desgracia se posó placidamente justo sobre tu cabeza. El tik tak te taladra, y necesitas nuevas sensaciones y casi sin darte cuenta empezas a generar acontecimientos fantásticos dignos de ser leídos por algún público modelo. Te empezas a hundir en el poso de comparaciones sociológicas que aprendiste en la facultad. Cuando recién caes en sus brazos, queres saber de todo, pero no para enriquecerte, sino para recibirte de Licenciado en opinología académica, y lo peor de todo es que empezas a comportarte como tal desde el principio. De todos modos esto es un estadío que tiene un principio, un desarrollo, un final y una cochina moraleja. El dilema de lo primero que vas a hacer cuando llegues a tu casa, es un asunto que te venía rondando en la cabeza cuando ya estabas a solo unas cuadras de distancia. ¿Te ponès a hacer cada una de las cosas que apuntaste en tu lista de lo que no podes volver a olvidarte de hacer, o te tiràs a ver los Simpsons no importa el horario? Relajarte a tu estilo puede traerte jaquecas severas, con lo cual esperas que todos duerman para salir a navegar por la imaginación del pre-sueño y el último tabaco que te querías fumar post dosis nocturna de relax. La noche te besaba la frente tan comprometedora como las miradas que cruzas con tu compañero de trabajo, el más atractivo, interesante y seductor del infierno laboral. La mínima, única e irrepetible posibilidad de que ese sujeto entre en tu vida por cualquier puerta entreabierta, es otro delicioso condimento para tus horas allí dentro, donde la silueta de su cuerpo mutilado entre suaves aceros y finas tintas te sensibiliza màs de lo normal. Ahora bien, ¿Dónde está la decisión difícil entre seguir pensando en serie o ponerte a hacer algo de una vez por todas? ¿Es la forma dolorosa de caer en la afirmación de que sos totalmente responsable de tu destino y de la película que querès protagonizar? Te das cuenta de la razón inicial que te llevó a estar donde estás, a experimentar la vida desde la percepción mas oscura y al mismo tiempo encandilante para algunas mentes perturbadas con las que te cruzas en la vida. Entendés la idea de que cuando se apaga el televisor, todo se termina. Sos una persona y esa es la única verdad absoluta con la que contás. ¿Què vas a hacer ahora? Vos y tus ideas a solas... pensá que te vas a poner, el clima siempre es ideal, y como un murciélago en celo, no vas a paras de molestar.

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