Motivarte

Interesante como pocas cosas en este mundo, es el hecho de reencontrase con uno mismo, volver al centro, mirar hacia arriba y que la noche te regale un guiño. Oh, qué placer es entender que más allá de las cenizas frías queda mucho por tratar.
¿Cómo escucharse cuando el silencio te ensordece?¿Cómo reconocer que evitar la auto destrucción es todo un desafío? Es tan duro atravesar ciertos momentos. Aquella noche fue tan lejana como la posibilidad de despertar de buen humor. Las letras se borraban de mi mente como la arena suele deslizarse entre mis dedos cando voy a la playa.
No pude recordar cómo era ser, y tuve miedo. Al otro día, era el mismo día, y el aire sofocaba mis ideas como si la cotidianidad fuese un chiste de mal gusto. Caminé las bellas cuadras hacia mi futuro y dejé que la jornada me sorprenda.
Durante la mañana no pude reconocer mis logros y solo me dispuse a castigarme con melodías pseudo masoquistas. Ay... qué cliché... En fin... como diría él...
De pronto sentí no merecer esa tortura, pero mi tristeza mas parecida a la nada misma, no me abandonaba ni por un segundo. El almuerzo fue periodístico, me enteré de malas noticias nacionales, barbaridades de colegas y terminé de comer mis verduras con gusto a poca cosa.
La tarde no terminaba más y mi acidez subía de tono. Tuve la suerte de no cruzarme con ningún afortunado/a que la deguste, eso sí que fue suerte. La jornada terminó y volví a las bellas cuadras. A la ida por Valentín Gómez, a la vuelta por Corrientes. La Avenida de los teatros.... qué ironía... Mi hogar hacia honor a su nombre, se veía precioso y reparador. Luego de lo que imagino habrá sido una maravillosa siesta, mi compañero negro, de pelaje brillante y collar carmín, me esperaba para besarme. Lejos, pero lejos, lo mas increíble del día. Las ideas empezaron a decantar y de a poco se hacia de noche. Fui por un rico manjar, habilité la cocina, el Jazz, mis ganas y comencé a bailar. Mi día había terminado. La cena estaba servida. La música sonaba y se hacia cargo de mí. El aire volvía a oxigenar y las paredes recuperaban su color. La noche volvía a ser apreciada y yo, no dejaba de bailar...

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