La rebelde

Mientras el sol se asoma por la ventana como si su intención fuera calentar mi falda, pienso en la belleza de la naturaleza, y en la forma que nos mimetizamos con ella. Su encanto nos seduce, nos convida energía y así salimos a la vida. Por lo menos así se sale en la patagonia….

Después de la lluvia, el agua derrite la nieve a toda velocidad como las vueltas desinteresadas de los autos que colean en pleno boulevard. El sol, seguro de lo que genera, te guiña el ojo y te susurra “¿… me permite esta pieza?” La calle te presenta el desafió de evitar el resbalón más doloroso del año, porque en el invierno todo se congela. Duele el encierro, la noche es eterna y a veces, solo necesitábamos un poquito de luz. El clima te mantiene ocupado y es tan atractivo que te enredas con él, cómo decirle que no, cómo? Tan mimetizada como quinceañera y pubertad, las condiciones climáticas hacen del sureño lo que un ciego a su audición, lo potencian.

Pero también está él… protagonista de la revolución, el viento. Llega para dificultarlo todo, para jugar un partido a todo o nada, pero no estas entrenado. Salen a pasear las heridas abiertas, los cuentos sin final, los ojos oscuros, las palabras afiladas, las intensiones que no fueron. Tener un refugio es una bendición, creo que nos convertimos lentamente en grandes buscadores de reparo. Somos frágiles porque el clima nos tiene a su servicio y lo único que podemos hacer es asentir con la cabeza.

Pero a veces el día se viste de gris, tacos aguja y un sombrero de humedad que pesa como la nostalgia. El cielo cubierto de nubes, no se ven las estrellas y esa quietud que no te deja quieto. Hoy es un día gris, de película de lagrimón, de charlas que no recordaremos, y de horas dedicadas a la nada misma, que no es poca cosa…. En medio de esa nada abrumadora, reflotan los fantasmas, las angustias, las cosas que molestan a mi corazón tan solo porque sí. Quisiera olvidarlo todo, y erradicar los procesos que no puedo procesar.

Le temo a esos temores que no conozco y soy tan ingenua que lo que acabo de decir no es más que una obviedad. Qué suerte que mañana sea otro día, que suerte es tener esta suerte.

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